La ira es una emoción, y como toda emoción, hay que saber manejarla. Si queremos tener una vida saludable, plena y feliz, el manejo asertivo del enojo y la rabia es vital, para que tenga una incidencia menor en nuestro organismo.

¿Sabías que la ira sobre estimula el sistema nervioso, sube la presión arterial, aumenta los niveles de azúcar en la sangre, el ritmo cardíaco se acelera y hasta puede provocar la pérdida de conocimiento? Además, esta emoción provoca pensamientos negativos, violentos y cargados de tensión, sin dejar de lado el debilitamiento de las relaciones interpersonales. ¡Nada beneficioso para nuestra mente y nuestro cuerpo!

Hay algo muy importante que debemos saber sobre la ira: estigmatizarla es un error. La rabia, desde lo positivo, es una emoción que impulsa a la acción. Hoy en EcoSalud queremos compartir contigo algunos tips para canalizarla y transformarla en algo positivo y productivo.

 

Practicar ejercicios de respiración. Es uno de los pasos más básicos y fundamentales para controlar la ira. Respira profundamente las veces que sea necesario. Si el clásico “cuenta hasta 10” te ayuda a bajar los niveles de tensión entonces, ¡hazlo! También puedes repetir palabras que te calmen, preferiblemente que sean reiterativas y positivas como mantras o cánticos sagrados.

-Realizar sesiones de meditación. Esta práctica, junto con el yoga, ayuda a relajar los músculos y a calmar la mente y el espíritu. La meditación diaria como una disciplina nos mantiene en nuestro centro evitando los picos emocionales propios de la ira.

-Practicar actividad física de alto impacto. Estos ejercicios bajan los niveles de ansiedad y adrenalina. Además, es una forma de drenar las emociones de rabia e ira que pudiesen existir dentro de ti.

-Evitar ver con frecuencia películas con altos índices violentos. Aunque no lo creas, este tipo de producciones nos predisponen a actitudes violentas y cargadas de ira. Incluso, escuchar discursos violentos, nos hacen más propensos a pensar y actuar de la misma manera. Consúmelas con conciencia.

-Evitar ahogar las emociones. Una conducta frecuente de las personas que sufren ataques de ira, es que reprimen aquello que les molesta o desagrada. Estas emociones se van acumulando hasta llegar a un punto de explosión. Si hay algo que no te gusta, manifiéstalo y ¡no te guardes nada!

-Buscar ayuda profesional. Algo fundamental para manejar la ira es reconocerla. Si no es suficiente manifestarla con un familiar o amigo, para calmarla, es momento de que acudas a un especialista. No solo será un apoyo, también te brindará las herramientas necesarias para modificar tus patrones de pensamiento y manejar tus emociones.

Es importante recordar que todos los actos guiados por la ira, no pasan por la conciencia. Pero, de acuerdo con las manifestaciones físicas que experimentamos cuando la padecemos (sudoración, enrojecimiento, tensión muscular), podemos determinar “planes de acción” para no desbordarnos, con terapia emocional es posible anticiparse a ella.

Si tienes episodios de ira, no te preocupes. Mientras más fortalezcas tus herramientas de autocontrol, tu perspectiva de vida cambiará: la propensión a sufrir enfermedades de tipo cardíacas reducirá, tus pensamientos serán cada vez más positivos y tu vida se regirá por el bienestar, la calma, el equilibrio, y la salud integral. 

 

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